viernes, 21 de junio de 2013

El Problema de los Ojos Secos


¿Sientes picor en los ojos, padeces visión borrosa o aprecias una molesta sensación de arenilla?, estos síntomas podrían explicar el padecimiento de sequedad ocular, afección cada vez más común en la sociedad actual.

Los ojos secos o sequedad ocular afectan especialmente a las personas mayores de 40 años y, más concretamente, a las mujeres según últimos estudios. 

El uso inadecuado o prolongado de las lentillas, los cambios hormonales, el humo del cigarrillo, la contaminación, determinados anticonceptivos orales o ciertos trabajos que requieren una concentración visual superior al del resto de la población podrían explicar algunos de los muchos síntomas de estas molestias oculares.

A todas estas causas generales habría que añadir los cambios estacionales.

En breve, el verano llegará a nuestros hogares y con él, las elevadas temperaturas propias de la época estival. Los cambios bruscos de temperatura pueden afectar sobremanera a los niveles de humedad de nuestros ojos. 

A todo esto hemos de añadir las circunstancias o características de nuestro entorno, donde unos sistemas de calefacción o refrigeración de uso prolongado pueden contribuir también a la sequedad de los ojos.

Los ojos secos o sequedad ocular guardan una estrecha relación con la escasa humedad de nuestra visión. Buena parte del bienestar de nuestros ojos depende del flujo y cantidad de lágrimas que les mantengan en una humedad constante, una lubricación natural que es necesaria para disfrutar de una mayor claridad y nitidez en nuestra visión.

No obstante, las complicaciones comienzan a surgir cuando estas lágrimas, por los motivos expuestos con anterioridad, no lubrican suficientemente nuestros ojos.

En estos casos, es cuando empiezan a surgir los primeros síntomas como son el dolor, irritación ocular, sensación de arenilla, visión borrosa, enrojecimiento, picores constantes o fotofobia (sensibilidad a la luz).

Las lágrimas se podría decir que se componen de tres capas o niveles bien diferenciados: prácticamente el 90% corresponde a una superficie acuosa, y el resto, en muy pequeños porcentajes, a una capa lipídica y otra mucosa.

Igualmente, podría suceder que el ojo pueda ser víctima de un flujo extremo de lágrimas.

 En estos casos, se produce tal fenómeno cuando el ojo, ante la falta de lubricación y escasa humedad, envía una señal a nuestro sistema nervioso para aportar la dosis de lágrimas necesaria.

No obstante, esta urgencia, lleva a que para compensar el nivel de sequedad existente, el ojo se vea inundado por dichas lágrimas, que en su mayoría son solo agua, lo que quiere decir que no contienen las otras cualidades o características de composición de las lágrimas habituales para efectuar una correcta lubricación y que nuestra visión sea todo lo clara posible.


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