sábado, 22 de mayo de 2010

"Los fetos prefieren a Mozart; no les gustan el jazz ni el rock"

Emilio de Benito.El Pais

Los pacientes del psiquiatra Thomas Verny no usan diván. Como mucho, podrían estar en una cuna o, si acaso, en el vientre de sus madres. Porque este médico de nacionalidad canadiense pero nacido en Bratislava (Eslovaquia) hace 74 años, en los años cincuenta cambió el objetivo de sus estudios para pasar de las madres a los niños, y dejó la obstetricia por la psiquiatría perinatal.

"Se creía que antes de los dos años no se podían tener recuerdos. No es así"

Todo empezó cuando se encontró con pacientes que tenían recuerdos de cosas sucedidas cuando eran recién nacidos o incluso antes. Uno de los primeros fue "un joven abogado que se veía a sí mismo de pequeño en una cuna blanca. Eso no podía ser, porque en todas las fotos familiares salía en una azul. Hasta que preguntó a su madre y supo que, nada más nacer, como eran muy pobres, una vecina les prestó una camita blanca. Él nunca lo había sabido", explica Verny.
Aquel fue el punto de partida para un proceso de reconsideración de todo lo que se sabía hasta entonces. "Se creía que no se podían tener recuerdos antes de los dos años, que es cuando aparece el lenguaje. Pero experiencias como esta muestran que no es así", dice. "Y que tampoco se trata de falsos recuerdos, construidos porque se ha oído una historia de mayor y con ello se ha elaborado lo que pasó de recién nacido". Fruto de sus trabajos es, entre otros, el libro La vida secreta del niño antes de nacer. Verny ha estado en Madrid para participar en las IV Jornadas Profesionales Suavinex, donde ha dado una charla a más de 1.500 matronas.

A ellas les ha aportado otras pruebas de su trabajo. "Al final, lo importante es que se puede preparar la salud mental del niño desde antes de la concepción". Factores como el tabaco, el estrés, el alcohol o vivir en zonas con elevadas radiaciones o contaminación van a afectar su desarrollo, añade el psiquiatra. "Ahora, cuando los niños tienen problemas se les empieza a tratar a los tres años. Lo llaman cuidados primarios. Yo digo que en verdad son secundarios o terciarios", afirma.

Dentro de estas fases anteriores al nacimiento, uno de los aspectos que mejor se ha estudiado es el efecto del sonido en los fetos "en el último trimestre, que es cuando se desarrolla el oído", indica Verny. En ese tiempo, los futuros bebés ya están formados, y con técnicas de imagen se puede captar la reacción ante algunos estímulos. "Yo he visto por ultrasonidos a un feto sonreír al oír la voz de su padre", dice. Y cuenta otro caso no sólo de reacción, sino de memoria: "El director de orquesta Boris Brott contaba que cuando estaba estudiando música se dio cuenta de que en algunas partituras podía anticipar cómo iba a seguir la melodía del chelo. Le preguntó a su madre, que es concertista de ese instrumento, y ella le contó que esas eran precisamente las piezas que estaba ensayando durante el embarazo". También atribuye a esta memoria temprana que un bebé se calme cuando oye a su madre tararear las canciones que cantaba durante la gestación.

La reacción de los fetos cambia según el tipo de música. "Se ve en las ecografías que les gustan Mozart y Vivaldi. En cambio, no les gustan el rock, el hard rock o el jazz", dice por su experiencia.

Pero, igual que hay efectos beneficiosos antes de nacer, los hay negativos. Sucede si la madre sufre estrés, fuma o bebe. Entonces, segrega cortisol, una hormona que limita el desarrollo del cerebro del feto. "Los hijos de estas madres nacen con un déficit", indica. Afortunadamente, otra de las creencias que han cambiado "en los últimos 50 años" es que el cerebro es un órgano inmutable. "Ahora se sabe que mantiene su plasticidad hasta los 20 años y más allá. Así que se puede suplir esa deficiencia estimulándolo después con abrazos, atención, motivación y cariño", afirma.

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